Caracas, 24 al 26 de marzo de 1999
El Presidente de Venezuela en sus palabras de instalación repitió muchas veces que la justicia es el camino de la paz, también señaló que más allá de reunirnos debemos lograr la transformación de la administración de justicia para solucionar los problemas de nuestros pueblos, así ahora que hemos terminado las deliberaciones de esta Cumbre cabe preguntarnos: dónde estamos?, que hemos logrado para responder a las necesidades de los tiempos?. Desde que decidimos organizar la I Cumbre el año pasado, tuve la convicción de que este foro debía llegar a conclusiones concretas, que deberíamos acordar acciones tangibles que se traduzcan en mejoras para nuestros países, en este sentido debo confesar mi satisfacción al encontrar que las demás Cortes comparten la misma inquietud y que todos hemos actuado al unísono para conducir los procesos que nos corresponden, de este modo cada Corte designó su delegado y la Unidad Técnica de Seguimiento ha velado por el cumplimiento de los acuerdos alcanzados hace un año, no me referiré a esto detalladamente porque lo hice en el momento de la instalación, pero si quiero recalcar que hoy no se clausura un encuentro y éste no es un encuentro aislado, hemos terminado un año de trabajo para dar paso a nuevos retos.
Por otro lado la compenetración que hemos llegado a tener alrededor de nuestros objetivos ha hecho sumamente productivas las sesiones de trabajo de ayer y de hoy, tal vez este es el logro más importante y a la vez el más imperceptible de esta reunión. Es para mi razón de satisfacción afirmar que hemos conformado un equipo para atender juntos los retos que enfrentamos en nuestros países, luego de esta experiencia será mucho más sencillo apoyarnos mutuamente y conducir los procesos de cambio en una sola dirección hacia la paz de nuestros pueblos. Asimismo, el nivel de análisis alcanzado en lo que corresponde a los temas seleccionados para esta Cumbre nos permite ahora atender estos temas desde una perspectiva integral, por tal motivo cuando llegue a nuestras manos un caso de Derechos Humanos o Narcotráfico, aplicaremos las enseñanzas que nos han dejado nuestros compañeros iberoamericanos y cuando lideremos las transformaciones del aparato judicial no incurriremos en los mismos tropiezos que hemos escuchado de otros colegas presidentes de Cortes, los retos que esperan sobre nuestros escritorios serán atendidos con una óptica integral y me atrevo a decir, con una óptica global.
Tradicionalmente la administración de justicia ha sido la institución más conservadora del Estado, quizás porque constituye el punto de equilibrio de nuestras sociedades, pero ahora, curiosamente, somos nosotros los jueces, los que nos planteamos más seriamente y en términos de acciones concretas la ruta para insertarnos en la dinámica de la globalización, por ello es que he insistido tanto en la creación de una red que nos una de manera permanente, en el mundo que nos espera en el nuevo siglo, las reuniones anuales o la creación de burocracias internacionales completamente desconectadas de las realidades de los países que agrupan, no representa una respuesta viable para atender nuestros problemas, estos métodos del pasado siguen teniendo su razón de ser pero en un modo cada vez más pequeño, donde nuestros ciudadanos y empresas se comunican y relacionan internacionalmente más rápido de lo que demoramos en pasar la página de un expediente, sería absurdo que nosotros no estemos comunicados; dicho de otro modo, ¿qué justicia administraremos en unos estados cuyos conflictos, transacciones y contratos no conocen frontera geográfica sino podemos entender la realidad más allá de la ventana de nuestras oficinas?
La nueva ventana está allí esperándonos, es la que tiene vista a la tan mencionada superautopista de la información. Amigos, o nos unimos definitivamente a través de una red electrónica o nos convertiremos en piezas de museos, incapaces de disponer de información suficiente para llevar justicia a nuestros pueblos. Esta red nos debe permitir comunicarnos diariamente, intercambiar información general, pero también información relacionada con casos concretos, debe proporcionar al ciudadano de nuestros países la mayor cantidad de información posible sobre la administración de justicia garantizando la transparencia y a la vez la red debe hacer realidad nuestros sueños de un aula abierta iberoamericana para la formación de los funcionarios judiciales. ¿Qué manera puede haber más efectiva que construir esta gran aula virtual a la que hemos llamado IUDICIS.
Ustedes vieron hoy la demostración de un posible prototipo para IUDICIS, ahora nos corresponde a cada uno de los aquí presentes hacerlo realidad. Quisiera resaltar que cuando discutimos el concepto de la red, debatimos largamente si la red era americana o si era iberoamericana, para finalmente llegar a la conclusión de que esta red sólo tiene sentido si es mundial. Como ustedes observaron IUDICIS es el nombre de una red de Cortes y Tribunales Supremos, sin especificar cuáles Cortes y Tribunales Supremos la conforman, así la red, a pesar de ser una iniciativa iberoamericana, será la red de las Cortes y Tribunales Supremos del mundo, lo contrario sería autolimitarnos a una frontera que la realidad no nos impone.
Quería hacer este señalamiento porque la presencia de nuestros invitados observadores, observadores internacionales, ha sido uno de los elementos más interesante de esta reunión. Gracias nuevamente por haber asistido, sé de muchos que tuvieron que cruzar el mundo para estar aquí y espero sinceramente que esta cumbre nos enlace del mismo modo en que estamos unidas las naciones iberoamericanas. Con el Banco Mundial no es necesario hacer este señalamiento pues con esta institución ya nos ata un vínculo sólido y han sido ellos quienes más han apoyado la creación de nuestra red, pero no podría realmente pronunciar estas palabras de clausura sin agradecer, en primer lugar, a los presidentes y representantes de la Corte Suprema de Iberoamérica, a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia de Venezuela, al Juez de Sustanciación y a los secretarios de la Corte Suprema de Justicia de nuestro país, a los delegados de la Unidad Técnica de Seguimiento de la Declaración de Caracas, al director y demás personal de la Dirección General de Administración y Servicios, a los gerentes y personal integrante de la Unidad de Apoyo del Proyecto de Modernización de nuestra Corte, al jefe y demás miembros de la Oficina de Relaciones Públicas y Protocolo, al jefe y demás miembros de la Oficina de Prensa de nuestra Corte, a la Oficina de Seguridad, al jefe y demás personal de la Oficina de Mantenimiento y Servicios, a la Oficina de Transporte, a todos nuestros abogados auxiliares y contratados que prestaron su colaboración como attaché de los magistrados invitados, al Fiscal General de la República y a sus funcionarios, porque ellos apoyaron la realización del juicio simulado, y por último, a la Coral de la Corte Suprema de Justicia que nos permitió disfrutar un momento de cultura muy sentido.
De tal modo que sólo me resta darles las gracias por su asistencia, ha sido un gran honor para la Corte Suprema de Justicia de Venezuela tenerlos reunidos en nuestra sede, reciban un caluroso abrazo en nombre de mis compañeros, los magistrados de la Corte Suprema de Justicia de Venezuela.
Para concluir quisiera dejar una breve reflexión. Como jueces somos la voz viva del Derecho, el punto de equilibrio de la democracia, la bisagra que permite la relación entre los intereses públicos y privados, los garantes de la paz y la estabilidad, en otras palabras, somos el guardián de nuestras sociedades, sólo unidos haremos realidad esa gran utopía histórica de un ideal de justicia universal.
Muchas gracias.