Comenzando el siglo veinte, una valiente maestra alemana, Clara Zetkin, propuso en la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas celebrado en Copenhague, Dinamarca, que todos los años el 8 de marzo se celebrara como el Día de la Mujer, pues ello sería una forma de honrar a quienes luchaban denodadamente por los derechos e igualdad desde esa perspectiva del ser humano.
En esa época de 1910 todavía se cuestionaba en muchas partes del mundo el derecho de la mujer a cosas que hoy nos son elementales, como el derecho al sufragio.
Precedía a esa propuesta " aprobada por más de 100 delegados" toda una vida de lucha socialista, marcada por la protesta pública, la humillación oficial, incluso la cárcel. Clara Zetkin logró pese a todo, imponer sus argumentos sobre la emancipación de la mujer, la igualdad a las fuentes de trabajo, la protección de la maternidad y la niñez. Como madre viuda con dos hijos, fundó en 1889 el Movimiento de Mujeres Socialistas, trabajó como redactora de la revista Igualdad, liderando el pensamiento de avanzada, con mucha semejanza con la misma línea que trazara otra importante líder, Rosa de Luxemburgo, quien fuera llamada por la misma Clara Zetkin la "espada viviente" en la lucha por la causa de la mujer.
Tuvieron ambas un origen común. Eran mujeres de familia, que sentían en carne propia los atropellos e injusticias que por su condición de mujeres de esa época debían padecer.
Gracias a mujeres como ellas, y por las que dieron su vida en las luchas independentistas en 1952 la Organización de Naciones Unidas (ONU) declaró formalmente el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer. Posteriormente esta declaratoria fue tomando cuerpo en diversos planes de acción a nivel internacional, como la primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, hecha en México y donde se declaró 1975 como Año Internacional de la Mujer. Posteriormente la Asamblea General de la ONU aprobaría en 1979 la "Convención de Todas las Formas de Discriminación de la Mujer".
Después se abriría la visión internacional con sucesivas Conferencias internacionales (Bogotá, Nairobi, etc), hasta llegar a 1994, cuando la Comisión Interamericana de Mujeres propuso ante la OEA la aprobación de la "Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer", conocida como la Convención de Belem do Pará.
La lucha diaria. A pesar de todos estos logros y conferencias internacionales, mucho hay todavía por hacer. Una vez conquistado el reconocimiento de derechos básicos como los de elegir y ser elegidas políticamente, igualdad de preferencia laboral, participación y consideración en proyectos de leyes" la mujer enfrenta todavía muchas dificultades en su vida diaria debido a la subsistencia de concepciones culturales que aún permanecen arraigadas y que han sido muy difícil de erradicar.
Porque el denuesto popular de "mujer tenía que ser" se mantiene en la mente de muchos, no sólo en la evaluación de la pericia o impericia en el manejo, o la dedicación a ciertas labores que son masculinas por tradición.
Ejecutivas, obreras, gandoleras, bomberas (de incendio y de estaciones de servicio), funcionarias de alto rango, bedeles, estudiantes, indígenas, agricultoras, campesinas, maestras, policías y militares, pilotos, amas de casa"en fin, la interminable lista que podemos hacer de coraje, dedicación y buen desempeño derrumba el mito del sexo débil e incapaz.
La historiadora Inés Quintero rescató en su libro La palabra ignorada, la historia de la venezolana Dominga Ases, campesina analfabeta pero mujer de guáramo, que se negara a seguir siendo azotada y maltratada por su esposo, Luis Sousa. Decidió esta valiente mujer "mujer tenía que ser" denunciar a su marido por violencia en plena Venezuela semi rural de 1796. Se narra en esta especie de crónica legal, los avatares que tuvo que sortear esta venezolana, para que fuese castigado con cárcel su marido, después que éste le propinara un azote final " entre muchos maltratos" de más de 300 correazos por simplemente conversar con el pulpero de la zona.
Para ella y muchas mujeres de su época lo que correspondía era soportar en silencio su destino. Poquísimas se atrevían a alzar su voz de protesta, menos aún para exigir justicia. La Ley Orgánica Sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y todas las normas e instituciones posteriores que se han ido creando sobre justicia de género, son poderosos instrumentos de la Venezuela actual que marcan notoria diferencia en este contexto. Ya su propio nombre nos llena de sólida esperanza y nuevos aires de cambio en esta materia.
Cuando pienso en estas historias me digo a mi misma que hoy no tenemos que luchar como hicieron tantas venezolanas desconocidas en batallas como las de Carabobo, Boyacá, Urica, Santa Inés" no obstante tenemos otras batallas que librar, feroces luchas que en el mundo de hoy y en el de cada una de tantas mujeres, significa necesidad de apoyo legal y resguardo institucional. No porque sean objeto de lástima, sino porque se lo merecen y por constituir su protección un derecho humano.
En lo personal, que cada vez que me digan "mujer tenía que ser", pueda yo desde mi condición de mujer y con el espacio que nos hemos ganado en justicia, responder ""sí, pues, y a mucha honra". |